sábado, 26 de septiembre de 2009

Viaje a Liverpool (parte 1)

Vaya... hace ya más de una semana desde que volvimos de Liverpool y todavía no he contado la experiencia. Es que simplemente... no tengo ganas de escribir. Estoy tan perro...
La verdad es que el viaje a Liverpool surgió de repente. Nos dijeron de ir a Blackpool, a un parque de atracciones que hay, pero la idea no cuajó mucho, y como yo tenía tantas ganas de sali ya de esta ciudad propuse Liverpool y esta idea ya fue mucho mejor.
La tarde-noche del viernes la pasamos viendo qué podíamos ver en Liverpool por la mañana y qué sitios eran los propicios para salir por la noche. Decidimos, tras hablar con Bego (que ya había estado allí una semana antes) que saldríamos a las 12 de la estación de Preston ya que la ciudad en sí no tiene mucho para ver.
Pues nada, tras una horita en tren allí estábamos: ¡¡¡en Liverpool!!! ¡¡¡Lo primero que queríamos hacer era montarnos en el Yellow Duckmarine!!! Es que habíamos visto un vídeo el día anterior y era taaaaaaaaaan chulo. El Yellow Duckmarine es un vehículo anfibio que durante una media hora te enseña los monumentos de la ciudad en forma de autobús (autobús que me recordaba a los que se ven en las series de los africanos, porque vaya cómo se movía, dando botes y saltitos) y después baja por una cuesta y se convierte en barco para enseñarte la ciudad desde el río. ¡Qué chulada!! Me encantó. Y la de fotos que hice... Aunque sí que hubo una cosa que no soporté: cuando caímos al agua empezó a entrar agua en el autobús y ¡se me mojaron tdos los pies! Esa es la razón del pequeño resfriado que he tenido esta semana.
Después del Yellow Duckmarine decidimos ir a Chinatown. La portada era genial y nos había explicado el guía del Yellow Duckmarine que en ella había exáctamente 2000 dragones, de los cuales 1970 eran machos y sólo 30 hembras. En Chinatown encontramos unos columpios en los que sucedió una cosilla muy muy graciosa pero que, por respeto a quien le pasó no se puede contar, pero quedan las fotos para rememorarlo xD
Al lado de Chinatown se encuentra la catedral, con una torre en el centro inmensa. 100 metros de torre, a la que se puede subir en 2 ascensores y, después de los 2 ascensores, unas escaleras que... acojonantes era poquitillo, ya que mirar al suelo desde allí para mí... vaya vaya. Es gracioso porque en realidad sólo había 5 pisos entre el suelo y el final de las escaleras, pero eso me asustó más que mirar desde el final de la torre hasta el suelo que tenía 100 metros. Tras las sucesivas fotos y la charla con el vigilante de la torre, que resulta que sabía español porque había trabajado bastante años en Sudamérica, decidimos bajar (más bien nos echaron, porque ya se sabe, a las 5 aquí ya es muy tarde...).
Y por último, pasar visitar la ciudad, una visitilla por el centro, la zona de los Beatles, con Mathew Street y Concert Square. Tras entrar en la tienda de los Beatles y hacernos varias (muchas) fotos con un Beatle (no sé quién es, me gustan los Beatles, pero la música, no saber quiénes son ni nada), entramos en The Cavern.

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